martes, 25 de diciembre de 2012

Día de templos: Lamas, Confucio y Cielo

"Fueron invocados los espíritus de los ahogados, de los que habían muerto congelados, de los fallecidos por inanición, de los amantes suicidas, de niños y de pescadores, de concubinas y de emperadores asesinados, de mendigos y de viudas. Los cánticos cesaron y luego volvieron a empezar, primero despacio y luego cada vez más deprisa." David Kidd. Historias de Pekín.



Hoy es día de templos. En pimer lugar visitaremos el Templo de los Lamas, después el Templo de Confucio y, finalmente, el Templo del Cielo.

El Templo de los Lamas y el Templo de Confucio se encuentran muy próximos, hay que bajar en la estación de Yonghegong de la línea 5.

Una entrada de 25 ¥ nos da acceso al mayor templo budista de Beijing, el Templo de los Lamas. Budismo tibetano con todo lo que significa. Así, mientras un templo budista japonés es todo recogimiento, meditación y silencio, o un templo budista coreano es color y alegría, los templos chinos, envueltos por el humo de las ofrendas, son todo ruido y exceso. Una misma fe vivida de forma totalmente diferente.

En el Templo de Confucio la experiencia es totalmente distinta. A menos de cinco minutos caminando desde el Templo de los Lamas, escondido en una pequeña calle lateral, el silencio preside toda la visita. La entrada cuesta 30 ¥.

Agradables jardines y numerosos pabellones que proporcionan abundante información sobre el confucionismo. Es una visita interesante pues probablemente sea el único templo confuciano que conozca en mi vida. Frente a la entrada del templo está el considerado mejor restaurante vegetariano de Beijing.

Tomamos el metro de nuevo en la estación de Yonghegong (línea 5 dirección Songjiazhuang) y, tras 8 paradas, bajamos en Tiantandongmen. Caminando hacia la derecha, tras la salida del metro, se entra en el recinto del Templo del Cielo por su puerta Este. La entrada cuesta 35 ¥. Antes de visitarlo, y después de una breve incursión en el cercanísimo Mercado de la Perla (muchas perlas e imitaciones, pero ya hemos decidido dejar las posibles compras para el último tramo de viaje en Shanghai), decidimos hacer un alto para reponer fuerzas y comer. El sitio escogido es la planta baja de unos almacenes, que alberga diferentes paraditas de comida. Comemos más que bien y, con fuerzas renovadas, decidimos encaminarnos al Templo del Cielo.

Es domingo, lo que facilita que el impresionante parque que aloja al Templo del Cielo, reúna un fantástico microcosmos de habitantes de Beijing disfrutando de su tiempo libre. El coro de trabajadores de una fábrica ensaya en un rincón y su repertorio de canciones tradicionales conforma parte de la banda sonora de nuestra visita. Jugadores de ajedrez o de mahjong, practicantes de cualquier forma de arte marcial, o simplemente corredores practicando jogging, familias merendando, niños riendo y jugando, todo se cita en el parque para hacer de la visita una preciosa e inolvidable experiencia.

El Templo del Cielo es, en realidad, un conjunto de edificios que ocupan una superficie de 273 hectáreas, tres veces la del Palacio Imperial. Un doble muro rodea al conjunto de edificios, dividiendo el recinto en dos zonas: la interior y la exterior. Las partes más importantes del Templo son el Pabellón de las Oraciones para las Buenas Cosechas, la Bóveda del Cielo Imperial y el Altar de la Terraza Circular. Otros edificios que configuran el conjunto de todo el Templo son la Casa de la Música Divina, el Palacio de la Abstinencia, el Pabellón de la Longevidad o de Doble Círculo y el Pabellón de las Flores.

El templo es taoísta, es decir, basado en la filosofía del yin y el yang. Muchas de las filosofías orientales, como el budismo, el taoísmo, el confucianismo o el sintoísmo, se superponen a lo largo de la historia en creencias y prácticas comunes. Si bien el templo es taoísta, muchas de las prácticas del imperio chino, particularmente en este templo, fueron budistas: de hecho la jerarquización de la sociedad y el clero son típicamente budistas, así como los colores que los representaban (amarillo, rojo, blanco y verde).

El Templo del Cielo es el conjunto de edificios antiguos más completo y de mayor escala que se conserva hoy día en China y es, también, el centro de culto y sacrificio dedicado al Cielo más grande del mundo. Simplemente por estos dos hechos ya se puede considerar este templo como único.

Después de visitarlo se entiende perfectamente por qué es uno de los símbolos de Beijing y una de las muchas, interesantes y gratas sorpresas que nos deparará el viaje.

Regresamos en metro y nos dedicamos a pasear por la zona de Wangfujing, muy próxima al hotel y que aloja al conocido mercado de comida, bichos incluidos (escorpiones, larvas, toda clase de insectos), donde cenamos, pero sin probar tan peculiares especialidades. Se dice que ni los mismos chinos las comen, pero damos fe de que ante nuestros ojos vimos como un jovencito degustaba con delectación un larga brocheta de escorpiones.

Templo de los Lamas
Templo de los Lamas


Templo de los Lamas
Templo de Confucio


Templo del Cielo
Templo del Cielo


Templo del Cielo
Templo del Cielo

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